martes, 25 de marzo de 2014

EL ESPACIO TERAPÉUTICO (Un lugar donde expresarte)




Cuando acudimos a una psicoterapia se crea entre el paciente y el terapeuta una relación que se desplegará en un entorno al que llamaremos espacio terapéutico. Este espacio es un espacio neutro porque lo que ocurra allí dentro no puede ser juzgado ni contemplado desde ningún punto de vista que no sea el emocional, es decir el terapeuta no debe imponer sus opiniones ni debe tener expectativas con respecto al desarrollo vital del paciente.

Un espacio neutro significa que la persona está en un sitio donde no se espera de ella que sea de ninguna manera en particular, en el que puede olvidar durante la sesión la imagen perfecta o imperfecta que tiene de sí misma y donde puede expresar sentimientos, deseos o miedos, puros o impuros. Un lugar donde poder estar e intentar ser un poco más ella misma.

Pertenecemos a una sociedad donde vivir a veces resulta cansado, por la velocidad a la que viaja la información. Tenemos a nuestra disposición multitud de aparatos que nos permiten comunicarnos con una rapidez casi inmediata y disparar muchos mensajes por segundo y, sin embargo, no por eso hacen que nos sintamos más escuchados. La mayoría de las veces el medio es más importante que el mensaje. 

En un espacio terapéutico escuchar al paciente sea quizás una de las cosas más importantes y a la vez más difíciles. Escuchar sin opinar y sin aconsejar, porque, en definitiva, poco importa lo que pensemos nosotros de lo que se nos dice, poco importa si es correcto o incorrecto, moral o inmoral. Lo que verdaderamente importa es que la persona se sienta escuchada, comprendida y aceptada y se de cuenta de que se encuentra en un lugar en donde nada va a trascender y donde puede expresarse con libertad.
Si embargo, expresarse no es fácil en un mundo en el que “lo feo” y “lo desagradable” tiene poca cabida y en el que las emociones están fuertemente controladas y al servicio de la imagen. Sin embargo, por más que queramos enfocarnos en lo bonito y en lo agradable, la rabia existe y el dolor existe. Nos exigimos ser cada vez más fuertes y no desfallecer, nos da vergüenza llorar, enfadarnos, reconocer que sufrimos, que estamos enfermos, que nos falta energía y que nos consume el estrés. Falta amor, comprensión y compasión en nuestras vidas y también el apoyo necesario cuando nos sentimos mal.

Un espacio terapéutico le ofrece a la persona la posibilidad de empezar a conocerse un poco mejor, hablar de lo que en realidad le preocupa, le da la opción de enfadarse sin tener que ser rechazada por ello, allí puede también aprender a descansar, a dormir, a dejarse ir, a reírse, también a manifestar sus sentimientos positivos (que aunque parezca mentira a veces son los más difíciles de expresar), en definitiva a manifestarse con un poco más de autenticidad sin tener que estar tan pendiente de lo que los demás esperan de ella.


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